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¿Cómo pasar de la publicidad mental?

Algunas ideas para que, como dice Steven Hayes, tu mente no acabe  con tu vida.

Ya sabes que la mente a veces se vuelve pesada y molesta, haciéndote eso que he llamado la publi mental (pincha aquí si no has leído ese post). Y,  como lo prometido es deuda, he preparado  éste artículo con algunas recomendaciones para pasar de ella. Pasar no es “eliminar”, es dejar de comprar los pensamientos tipo “publi” (en el caso de que sepas que comprarlos te lleva por caminos por los que no te gusta transitar).

Llevar a cabo éste “pasar de la publi mental” no es una tarea que se consiga de la noche a la mañana. Requiere entrenamiento. Ponerse en forma mentalmente, al igual que ponerse en forma físicamente, al principio es costoso. Sin embargo, se puede conseguir (aunque tu mente ya te esté haciendo publi, con pensamientos tipo: sí…pues no sé cómo, yo seguro que no lo consigo en la vida…).

Si estás dispuesta, vas a llevar a cabo una práctica informal, aquí y ahora, mientras lees el artículo. Si te parece interesante, quizá puedas ponerlo en práctica en otros momentos del día:

Paso 0. Primero, una toma de contacto con nuestro  cuerpo. Observa cómo estás respirando, en este momento. Si es una respiración superficial o profunda. Si el aire mueve tu pecho, o tu barriga, o ambos.

Simplemente observa cómo. No tienes que respirar de una forma concreta. Hazlo como si tuvieras curiosidad por saber cómo es que se está dando el hecho de respirar en este momento. A veces pasa que, al llevar la atención a la respiración, tratamos de cambiarla, si estás viviendo eso ahora, también es algo que puedes observar, con esa actitud curiosa que te mencionaba hace un instante.

Mientras observas cómo el aire circula por tu cuerpo, observa el cuerpo, la posición en la que estás, si es sentada o de pie… quizá estés con las piernas cruzadas en un sofá, sentado frente al ordenador, o balanceándote en algún transporte… Sea cual sea la posición corporal en la que estás, observa la línea que dibuja tu cuerpo, y en qué posición quedan tus pulmones en ella, si tienes el pecho cerrando el paso al aire, o los hombros ligeramente hacia atrás, dejando más hueco para el paso del aire en el proceso de tu respiración…

Si ya has logrado notar algo sobre cómo estás respirando mientras lees esto, puedes pasar al paso 2. Si te cuesta un poco y no sabes de qué hablo, no te preocupes, tómate unos minutos para ponerte en esa posición de observadora curiosa de los acontecimientos del cuerpo. 

Paso 1. Aquí y ahora. Trata de observar en qué estado de cosas está tu mente en este momento, mientras continuas respirando… y leyendo este artículo. 

Si te fijas, los pensamientos no paran, estés haciendo lo que estés haciendo. Ya sea leer, caminar, arreglar el coche, lavarte los dientes, tratar de dormir…

Si tu mente fuera un río, y los pensamientos peces, ¿dirías que lleva muchos, o pocos? ¿nadan tranquilos, o se mueven a toda prisa, agitando el agua? ¿dirías que puedes ver los peces, o sólo el agua fluyendo?

Observa el flujo del río mental… Mientras continuas respirando y leyendo estas palabras.

Si ya has “con-tactado” cómo está tu mente (como cuando pasas la mano por una superficie, y puedes tactar si es rugosa, suave…), puedes pasar al siguiente paso.

Paso 2. Pescar algún pensamiento. Imagina que puedes pescar un pensamiento en el río de la mente. De todos los peces que van nadando en él, corriente abajo, a veces uno salta y puedes ver con mayor claridad de qué pez se trata.

Si notas algún pensamiento y alcanzas a pescarlo, mira a ver qué dice ese pez. De qué está hablando… (mi mente está diciendo ahora, mientras escribo esto, los peces no hablan, qué pensará quien esté leyendo ésto sobre los peces habladores, ¿le parecerá una tontería el artículo?… Este es el pez pensamiento que yo acabo de pescar en el río de mi mente, mientras escribo). Y tú, ¿puedes pescar algún pensamiento aquí y ahora, mientras sigues leyendo? La mente es como un río, por el que transitan los peces, pensamientos de diferentes tamaños y especies, algunos son comestibles y otros nos hacen daño si nos los comemos… Aquí llega el momento del tercer paso…

Paso 3. Devolver el pez al río. Si continuas observando el río de la mente, y consigues pescar algún pensamiento… Y notar qué está diciendo ese pensamiento, también puedes, una vez observado, después de haberlo pescado, devolverlo al río… Dejarlo que siga corriente abajo, quizá continúes viéndolo delante de ti, en el agua…

Sin embargo, puedes decidir no comerte, no tragarte ese pensamiento si sabes que suele hacerte daño. Puedes observarlo como lo que es, un pensamiento que a veces pasa por el río de tu mente, porque eso es lo que hacen los peces, navegar los ríos… Y, aunque parezcan los mismos, siempre son peces distintos, aunque sean de la misma especie… Dejar que el pensamiento siga corriente abajo significa no reaccionar “comiéndotelo” cuando lo pescas, sino darte cuenta de qué tipo de pez es y, si no es comestible, o si no es hora de comer, dejarlo de nuevo en el agua…

Puedes practicar esto de observar a los peces durante el día, trata de ponerlo en práctica durante al menos una semana…

Ya sabes, al igual que el entrenamiento físico, ¡el entrenamiento mental también requiere tiempo de práctica!

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Hasta aquí algunas pautas para empezar a entrenarte en eso de pasar de la publi mental, que ¡al final se ha convertido en una especie de anuncios de pescadería!

pez pensamiento saltando en el río de la mente, con muy mala cara por cierto 😉

Espero que te haya resultado una mini experiencia enriquecedora, aunque sea tan sólo un primer acercamiento.

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